La confianza en uno mismo es un factor clave tanto para el bienestar como para el rendimiento. Hay muchos ejemplos de ello, tanto en el deporte de alto nivel como en la empresa: desde el delantero centro confiado en sí mismo que falla en los goles preparados hasta el experto técnico que, subestimando sus habilidades, se conforma con un papel estrecho con un impacto organizativo limitado.
La autoestima, como explica el psiquiatra Christophe André en su libro del mismo nombre, tiene sus raíces en la primera infancia. Por lo tanto, no es fácil desarrollarla en la edad adulta. Sin embargo, se pueden utilizar diferentes estrategias para desarrollar la autoconfianza de un adulto en un campo determinado. Una de ellas es la fijación de objetivos. Esta técnica es muy utilizada en el deporte de alto nivel, pero debe utilizarse con discreción para que no resulte contraproducente.
En particular, hay que identificar claramente el origen del déficit de autoestima antes de elevar o reducir los objetivos: ¿es un déficit estructural o cíclico? Dependiendo del origen del problema, la solución será completamente diferente.
Tomemos el ejemplo de un tenista profesional, que tiene una sólida autoestima y lleva años jugando con éxito en los principales torneos. Una serie de derrotas en el primer asalto puede afectar a su autoestima y llevarle gradualmente a un círculo vicioso en el que la duda lleva a las derrotas, que aumentan la duda, que lleva a más derrotas. Una forma de reforzar la autoestima es hacer que el jugador rebaje sus objetivos de vez en cuando: en lugar de aspirar a tener buenas actuaciones en el circuito principal, el jugador puede bajar de nivel e inscribirse en los torneos del ATP Challenger Tour, que son más propicios a una serie de victorias y a la recuperación de su autoestima.
Por otro lado, pongamos el ejemplo de un tenista profesional que lleva mucho tiempo jugando en este circuito secundario. Según todos los observadores, su nivel le permitiría jugar en el circuito principal y tiene el ranking para ser admitido en torneos de mayor categoría. Sin embargo, este jugador duda de sus capacidades y pone en un pedestal a los jugadores que están por delante de él en la clasificación de la ATP. Se limita al circuito secundario, lo que le impide ascender en la clasificación al competir con jugadores más experimentados. Una forma de reforzar su autoestima es conseguir que aumente estructuralmente sus objetivos (de forma gradual, y entrenando cómo afrontar las pérdidas en particular).
Este ejemplo ilustra la importancia de no precipitarse en el uso de una técnica de preparación mental y de evaluar con precisión la causa de un supuesto problema "mental" antes de aportar una solución.
Cabe señalar que en los casos de los dos tenistas, además de la dificultad de los objetivos, es su propia naturaleza la que puede replantearse, asociando los objetivos de medios con los de resultados. Esto último estará más bajo el control de los deportistas y, por tanto, será más probable que lo consigan y que refuercen su autoestima.
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