Los deportistas de élite se someten de vez en cuando a cuestionarios de autoevaluación: sobre su personalidad, su comportamiento o sus habilidades mentales. Algunos lo encuentran muy interesante, mientras que otros lo ven como una pérdida de tiempo. ¿Cómo podemos entender estas diferencias de valoración?

Pueden estar relacionados con la herramienta utilizada: lo que mide precisamente, su fiabilidad o su validez. Sin embargo, la mayoría de las veces están relacionadas con la forma en que se utilizaron los resultados.

A veces los resultados no se comparten con el atleta. Se envían al entrenador mental, o incluso se dan a conocer al personal, sin que el deportista reciba ninguna respuesta. Evidentemente, no es una práctica recomendable, tanto desde el punto de vista ético como desde el punto de vista del interés de la propia evaluación. En efecto, sin un intercambio de opiniones sobre los resultados producidos por el cuestionario, el deportista no podrá aclararlos y matizarlos.

Desde el momento en que el cuestionario se somete a un interrogatorio con el deportista, tiene un primer interés: permite un cierto autoexamen. Algunos resultados confirmarán características que el deportista ya conocía, de forma más o menos intuitiva, sobre su funcionamiento. Pero otros le revelarán especificidades que desconocía: elementos que le permitirán conocerse mejor a sí mismo e identificar áreas de progreso.

Conocerse mejor es interesante, pero ¿es suficiente para que el deportista evolucione y , en definitiva, mejore su rendimiento? La respuesta es no. Un deportista que quiere desarrollar su liderazgo, su confianza en sí mismo o su compromiso necesita generalmente un entrenamiento. Un coaching que le lleve a cambiar su visión de las cosas y a experimentar nuevos comportamientos.

En conclusión: realizar un cuestionario de autoevaluación no permite al deportista cambiar. Pero sí le permite entender cómo funciona, definir objetivos de cambio y, por tanto, sentar las bases para un trabajo fructífero con un coach, psicólogo o entrenador mental.